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¡Hola, gatunos! Hoy les presentaremos a la segunda integrante de nuestra manada felina. Ella es Jícama, beige con extremos rojos, o sea una gata punto flama de 7 años.

Unos meses después de la muerte por insuficiencia renal crónica de Lulú a los 14 años, en noviembre de 2010, decidimos darle una compañera a Manzana. Jícama llegó a casa en junio de 2011 proveniente del refugio 31 Gatitos de Ghis, a quien queremos mucho y agradecemos por siempre el habernos dado la oportunidad de tener a Jiqui con nosotros. Fue amor a primera vista; Manzana y Jícama se adoraron.

 

 

Cuando la adoptamos, Jícama era una gatita de cinco o seis meses que ya se veía grande (cosa que disminuye drásticamente la posibilidad de un gato de ser adoptado). Y se veía grande con razón, porque acabó de crecer y se convirtió en nuestra gata de mayor tamaño.

Jícama es nuestro felino espiritual; fue la primera en saber que yo estaba embarazada y aunque no es muy cariñosa, transmite una paz muy especial. Cuando la acaricias, ronrronea y comienza a salivar, ¡gotea baba de amor!

 

 

Es un poco asustadiza y jamás aparece cuando hay visitas, pero a sus papás nos da las mejores “masitas” (masajes gatunos) del mundo. Es muy zen y se lleva bien con los demás gatos, sobre todo con Manzi, que la adoptó como su propia mascota cuando llegó.

Tiene unos hermosos ojos azul claro que trasmiten todas las cosas buenas de este mundo y aunque en general es muy tranquila, a veces enloquece y corre como loca por toda la casa, y da los saltos más altos que se puedan imaginar.

Fuimos felices con Jiqui y Manzana hasta los últimos meses de 2011, cuando Jícama se enfermó y la llevamos a CU al hospital veterinario nuevamente…

Próxima entrega: Ginger

Den click a este video para ver cómo ama Manzana a Jícama.

Jícama y Manzi click aquí